La leyenda cuenta, que cuando los musulmanes se vieron sitiados, y antes de abandonar el Castillo, tiraron vacas con el estómago lleno de trigo para hacerles creer a los cristianos que todavía tenían muchas provisiones para aguantar el asedio.
Cuando los cristianos se retiraban, se les apareció una mujer y les dijo que no era cierto, que ya no les quedaban provisiones, que volvieran al castillo y se harían pronto con él.
Los cristianos interpretaron que era la Virgen y por eso construyeron allí la ermita.
Su construcción original es del siglo XIV. Fue reformada en el siglo XVI por problemas estructurales, época en la que se adosó una nueva pared lateral al E y se realizó un contrafuerte en la esquina, prolongación de la pared N. Se trata de una ermita pequeña y sencilla, pero con gran encanto y belleza por su antigüedad y por el lugar donde está situada. Cimentada sobre la propia roca, su planta es rectangular y alargada con paredes de ruda mampostería dejada a la vista, refuerzos de sillares y cubierta de tejas a dos aguas. Sus dimensiones exteriores de 6,80 m. x 12,70 m. y cubierta triangular (4,57 m. a 5,55 m. en clave, medida interior). El interior presenta pilastras de las que arrancan arcos góticos que definen su estructura
A la puerta, que se abre bajo arco de medio punto rebajado con grandes dovelas, se accede por unos escalones de piedra. No hay adorno alguno en la fachada, que remata en amplia espadaña de hueco doble con tejadillo pero sin campanas.
Fue restaurada por la Asociación de Ermitas Medievales en el año 2.004.
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